Publicado 2020-01-26
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Derechos de autor 2020 Revista Panamericana de Pedagogía
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Resumen
El auténtico estudiante y el auténtico maestro comparten el desafío de crecer para lograr una vida plenamente humana. En este sentido, es notable la representación del educador en la concepción náhuatl, resumida en la figura del sabio, aspiración última y siempre perfectible de quien busca educar para ir configurando en la persona, un rostro y un corazón. El bien ser y hacer resultan del ejercicio perseverante y firme de la voluntad y la inteligencia, traducidos en la vivencia de buenas prácticas que exigen, desde luego —más que medidas anti plagio—, formación en honradez intelectual. El quehacer esencial del docente consiste en guiar al educando en la labor de descubrir y conservar un rostro y un corazón, en suma: la creación de una integridad personal que le permita protagonizar una vida digna, un quehacer ejemplar y una influencia positiva. En la búsqueda por crear mejores modos de aprendizaje profundos y creativos en el ecosistema educativo que es el aula, un elemento puede resultar sorpresivo pero de ninguna manera sobrante: la alegría, nota indispensable del docente que ama lo que hace y lo transmite, encauzando al alumno en la ruta hacia el prestigio profesional y la felicidad personal.